

Esqueleto colgando con gato
1886 Vincent Van Gogh - Lápiz (10.5 x 5.8 cm)
Cuando estoy muerto, no desaparezco. Me multiplico en ausencias.
El Esqueleto colgando con gato de Van Gogh no es un simple estudio anatómico ni una broma macabra. Es una presencia.No la de un cuerpo, sino la de lo que queda cuando el cuerpo se va.
Un esqueleto suspendido —no del todo muerto, no del todo vivo— se sostiene apenas, como quien no sabe si quiere quedarse o irse.
Y un gato lo mira. Tranquilo. Casi burlón. La muerte no le intimida; la acompaña.
Aquí, Van Gogh no pinta una osamenta. Pinta un estado de espera. Un limbo entre lo que ya fue y lo que aún no termina de irse.Hay ternura en la ausencia, y una ironía triste en esa figura colgante que parece decir: “Esto es lo que queda. Esto es lo que aún soy.”
Nada aquí es descanso.Es suspensión. Tensión.El cuerpo ya no respira, pero la imagen sí.El arte lo arranca del olvido, lo vuelve visible.
Porque morir, en esta pintura, no es desaparecer.Es seguir apareciendo, aunque uno ya no encaje en la vida.
Es seguir siendo fragmento, recuerdo, rastro.
Y tal vez lo que hace estar muerto, muerto…es no poder irse del todo.Pero quedarse, igual.
No necesariamente un esqueleto es macabro, aunque los trazos a lapiz si le dan un toque místico.
Es lindo encontrar un boceto de una tematica tan diferente de un gran artista, ver la faceta mas humana del autor.
Desde luego podemos ver como a veces la vida puede depender de algo, la obra me transmite como podemos estar colgados a vivir sin siquiera saberlo